
El diseño, cuando es capaz de conectar cultura, propósito y emoción, se convierte en una fuerza política. The Māori Roll Call, creado por el estudio Motion Sickness para Whānau Ora, es un ejemplo extraordinario de cómo el diseño digital y la comunicación pueden trascender el marketing y transformarse en un acto de representación colectiva. Ganador del premio Best Design Awards 2025 en la categoría Digital Campaigns, este proyecto redefinió lo que significa crear una campaña cívica en la era digital: más que invitar a participar, hizo que cada nombre, cada persona y cada voz se sintieran vistos y escuchados.
En la antesala de las elecciones de 2025 en Nueva Zelanda, el país enfrentaba un dato alarmante: más de 120.000 maoríes elegibles no estaban inscritos para votar. Frente a un problema histórico de representación política, la campaña buscó romper la apatía y convertir un trámite burocrático —el registro electoral— en un acto de identidad cultural y poder colectivo.
El estudio Motion Sickness, conocido por su enfoque humano y narrativo, no recurrió a la retórica política ni al diseño publicitario convencional. En su lugar, propuso una intervención visual y simbólica que partía de una pregunta simple y profunda: ¿responderás a la llamada? Esa pregunta se convirtió en el corazón de una campaña que combinó arte, activismo y diseño digital.


El resultado fue The Māori Roll Call: una pieza audiovisual de 30 minutos, protagonizada por Tāme Iti —uno de los artistas y activistas maoríes más respetados—, quien lee más de quinientos nombres reales de personas inscritas en el padrón maorí. Sin adornos, sin cortes, sin artificio: solo la voz, los nombres y el silencio. Lo que podría haber sido un simple anuncio institucional se transformó en una experiencia ritual y emocionalmente poderosa.
En las comunidades maoríes, el nombre no es solo una palabra: es una genealogía, una conexión con el pasado y con la tierra. Nombrar es reconocer, dar existencia, afirmar la pertenencia. La campaña entendió esa dimensión cultural y la tradujo al lenguaje audiovisual. El “roll call” —la lista de nombres pronunciados en voz alta— se convirtió en una ceremonia de visibilidad. Cada nombre pronunciado era una historia recuperada, una vida que vuelve a ocupar su lugar en la conversación política.
El set, diseñado como una reinterpretación del Beehive Press Gallery (la sede del Parlamento neozelandés), incorpora el patrón poutama, símbolo tradicional que representa la ascensión, el aprendizaje y la elevación espiritual. En ese escenario, Tāme Iti no actúa: encarna la historia, guiando al espectador en un acto de memoria colectiva. La decisión de filmar en un solo plano secuencia refuerza la autenticidad y la solemnidad. No hay cortes ni artificios visuales; todo el peso recae en la palabra y en la luz.


Visualmente, The Māori Roll Call apuesta por una estética de contención y respeto. La iluminación se convierte en lenguaje: una penumbra cálida envuelve al orador, mientras haces de luz sutiles atraviesan el espacio como si simbolizaran las voces que vuelven a ser escuchadas. La dirección de arte es austera, casi litúrgica, reforzando el sentido de ceremonia. Cada elemento del diseño escénico —desde la disposición del mobiliario hasta los materiales empleados— fue concebido para centrar la atención en la voz y en el nombre.
En cuanto a la identidad visual, la tipografía empleada en las extensiones digitales de la campaña (microsite, vídeos, carteles y redes) es robusta, de líneas limpias y proporciones equilibradas, evocando un tono institucional sin perder humanidad. El color predominante es el rojo profundo, asociado tanto a la tierra maorí como al mana —la energía espiritual—, contrastado con tonos oscuros y neutros que aportan sobriedad.


El resultado es un diseño gráfico y audiovisual coherente, donde cada decisión estética sirve a un propósito narrativo. No hay elementos superfluos. Todo contribuye a una sensación de peso simbólico y verdad emocional.
La campaña trascendió el formato audiovisual para convertirse en una experiencia digital participativa. En el microsite maorirollcall.co.nz, los usuarios podían cambiar su inscripción al rollo maorí o añadir su nombre al siguiente llamado. El sitio replicaba la estética visual del vídeo: tonos profundos, tipografía clara y una navegación sencilla que enfatizaba la acción principal —“añade tu nombre”— como gesto simbólico y político.
El diseño UX se enfocó en la emoción y la accesibilidad. No era una plataforma informativa; era una extensión emocional del mensaje. Las animaciones eran discretas, los microsonidos reforzaban la sensación de ritual, y el flujo de interacción estaba diseñado para sentirse más como una participación en una ceremonia que como una gestión digital. Esta aproximación convierte el sitio en una experiencia performativa: el usuario no solo ve la campaña, la completa.


Además, la iniciativa se expandió a redes sociales y a espacios públicos con carteles personalizados con nombres reales, reforzando el vínculo entre identidad individual y acción colectiva. Cada nombre era una llamada, cada cartel una declaración de pertenencia. La estrategia digital y física trabajaron en paralelo, amplificando el mensaje y reforzando la narrativa visual.
El impacto de The Māori Roll Call fue inmediato y profundo. No solo generó cobertura en los principales medios nacionales —1News, RNZ, TVNZ—, sino que provocó debate parlamentario sobre el poder político y cultural de la campaña. En pocas semanas, miles de personas visitaron el microsite y compartieron la pieza audiovisual, convirtiendo lo que inicialmente era una acción de comunicación en un movimiento social.
Lo más destacable no fueron las cifras, sino el cambio simbólico: la inscripción ya no se percibía como un trámite, sino como un acto de afirmación cultural. En palabras de los jueces del Best Design Awards, la campaña fue “emocionalmente resonante, visualmente poderosa y conceptualmente clara”, destacando su capacidad para convertir lo abstracto —la idea de representación política— en algo tangible y humano.


El gesto de la mano levantada, utilizado como símbolo recurrente, sintetiza el mensaje de toda la campaña: responder al llamado no es obedecer, es reclamar el derecho a ser escuchado. Esa mano es identidad, es protesta, es orgullo. En la intersección entre diseño gráfico, dirección de arte y estrategia social, Motion Sickness construyó una obra que no solo comunica: conmueve, invita y transforma.
El éxito de esta campaña no puede entenderse sin reconocer la filosofía del estudio Motion Sickness. Con base en Auckland, el equipo es conocido por su capacidad para abordar temas sociales y culturales desde el diseño contemporáneo. En The Māori Roll Call, su rol fue más cercano al de un colectivo artístico que al de una agencia publicitaria. El equilibrio entre autenticidad cultural y excelencia visual fue clave para el resultado.
El trabajo de dirección creativa, liderado por Sam Stuchbury y Melina Fiolitakis, junto a la colaboración cultural de Kātene Durie-Doherty y la participación de Tāme Iti, construyó un puente entre el arte contemporáneo, el activismo y la comunicación de masas. La campaña demuestra que el diseño con propósito puede ser al mismo tiempo bello, estratégico y profundamente humano.
The Māori Roll Call establece un precedente en la forma en que entendemos el diseño digital social. No se trata solo de comunicar un mensaje, sino de crear una experiencia emocional y cultural que mueva a la acción. La combinación de minimalismo visual, simbolismo cultural y participación digital convierte la obra en un ejemplo de cómo el diseño puede ser lenguaje, puente y vehículo de cambio.
En un contexto global donde la desinformación y la apatía política amenazan la participación ciudadana, este proyecto ofrece una lección clara: el diseño no solo debe informar, debe inspirar. Y cuando lo hace desde la empatía y la autenticidad, su impacto puede trascender fronteras.

The Māori Roll Call es mucho más que una campaña digital: es un manifiesto visual sobre la pertenencia y la voz. En un mundo donde el diseño suele asociarse con lo comercial, este proyecto recuerda su potencial para el bien común. Motion Sickness logra lo que pocos estudios consiguen: utilizar el diseño no para vender, sino para dar forma a una conversación social.
Ganadora del Best Design Award 2025 en la categoría Digital Campaigns, esta obra redefine los límites entre el arte, la política y el diseño digital. No busca likes ni métricas; busca resonancia. Y lo consigue al situar el alma en el centro del diseño.
Desde Code Barcelona celebramos The Māori Roll Call como un ejemplo de diseño con propósito, un recordatorio de que la verdadera innovación ocurre cuando el diseño deja de hablar de sí mismo y empieza a hablar de todos nosotros.
 
 

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