Campaña de comunicación de la semana: Ko te mauri he mea tahuna i te moana – diseño para sanar desde la ilustración y la memoria colectiva

Un diseño hecho para honrar, escuchar y sanar: “Ko te mauri he mea tahuna i te moana” transforma la investigación social en una experiencia visual profundamente humana

En el universo del diseño de comunicación, existen proyectos que trascienden la estética para convertirse en herramientas de reparación emocional, cultural y comunitaria. Ko te mauri he mea tahuna i te moana, creado por Jordan Tane, es uno de ellos. Reconocido con el Student Social Good Award 2025 en los Best Design Awards del Designers Institute of New Zealand, este trabajo demuestra cómo el diseño gráfico, la ilustración editorial y el storytelling pueden convertirse en un puente hacia la sanación colectiva.

Para quienes trabajamos en diseño gráfico, comunicación visual, branding y campañas digitales desde Barcelona, este proyecto es un ejemplo inspirador de cómo el diseño puede amplificar voces marginalizadas, humanizar datos y transformar la investigación social en un artefacto que respira empatía, respeto y profundidad cultural.

Contexto: cuando el diseño se convierte en un acto de cuidado

Māori, como comunidad indígena de Aotearoa, enfrenta una desproporcionada representación en estadísticas vinculadas a la violencia dentro de whānau (familias). Esta realidad no es solo un número: es una cadena intergeneracional de trauma, pérdida, desconexión de whakapapa (linaje) y debilitamiento del mauri (energía vital). El proyecto surge como parte de la investigación nacional Kei roto tō tātou rongoā, financiada por el Health Research Council (HRC), que recogió experiencias de whānau cuyos tamariki (niños) habían sido retirados de su cuidado.

A través de wānanga (encuentros comunitarios), las familias compartieron historias de vida, crianza, desafíos y reflexiones sobre lo que podría haberles ayudado. En ese contexto, el diseño no podía ser un ejercicio decorativo; debía ser un gesto de honor, un vehículo para sostener la memoria y devolver el mana a quienes lo habían perdido en procesos dolorosos. Esta orientación convierte el proyecto en una obra profundamente ética, donde el diseño gráfico actúa como mediador entre la vulnerabilidad y la dignidad.

El reto era claro: ¿cómo transformar testimonios íntimos en un artefacto visual que no explotara el dolor, sino que lo reconociera y acompañara? ¿Cómo crear una pieza gráfica que no hablara sobre las personas, sino con ellas? Para cualquier estudio de comunicación, diseño web o branding —en Barcelona o en cualquier parte del mundo— este es un recordatorio crucial: el diseño no siempre busca “resolver”, sino a veces simplemente sostener, escuchar y reflejar.

La premisa conceptual: reflejar la fuerza oculta dentro del trauma

El eje conceptual de Ko te mauri he mea tahuna i te moana se articula en torno a una idea esencial: incluso en momentos de desestructuración, el mauri —la esencia vital de una persona o comunidad— permanece encendida, aunque debilitada o escondida. El diseño surge no como herramienta para “arreglar”, sino para revelar esa fuerza silenciosa.

Las ilustraciones creadas por Jordan Tane se inspiran en elementos de la cosmovisión Māori: el océano como espacio de renacimiento, el tejido (raranga) como metáfora de conexiones fracturadas y reanudadas, la luz como símbolo de whānau ora (bienestar familiar). Esta simbología no es un añadido estético, sino un lenguaje visual profundamente cultural, capaz de hablar directamente a las personas para quienes la pieza fue hecha.

El trabajo no romantiza el trauma; lo contextualiza y lo honra. Cada página del libro está diseñada para acompañar, no para interpretar. Las ilustraciones están acompañadas por citas literales de los wānanga, que capturan la voz real de las familias. Este enfoque evita que la investigación se convierta en datos fríos y la transforma en narración viva, en un diálogo visual que eleva, reconoce y legitima la experiencia vivida.

El diseño: una pieza editorial construida con respeto extremo

La ejecución gráfica del proyecto destaca por su precisión conceptual y su sensibilidad estética. No hay estridencias, no hay dramatizaciones, no hay artificios. El diseño es limpio, poético y reflexivo. Cada decisión —desde el color hasta la composición— está dirigida por una intención: crear un espacio seguro.

Las páginas funcionan como respiraciones visuales: composiciones abiertas, ritmos pausados, espacios en blanco que permiten que el lector respire entre historias intensas. Este uso consciente del silencio visual es esencial en proyectos donde la información emocional es densa. Desde una perspectiva profesional, este manejo del ritmo editorial es una lección magistral en diseño de comunicación.

Las ilustraciones utilizan líneas orgánicas y movimientos fluidos, evocando océanos, corrientes y tejidos. Estos motivos funcionan como metáforas culturales y como estructuras narrativas. La paleta cromática refleja tonos naturales: azules profundos, ocres terrosos, sombras suaves. Todo sugiere origen, conexión y viaje.

Para un estudio de diseño gráfico o branding, este proyecto es un ejemplo perfecto de cómo la estética puede ser poderosa sin ser agresiva, y cómo la identidad visual puede articular significado sin renunciar a la sutileza.

Diseño como investigación: un nuevo modelo de comunicación centrado en personas

Una de las mayores fortalezas del proyecto es que desafía la forma tradicional en que se comunica la investigación académica. En lugar de informes extensos que pierden el componente humano, la obra adopta un enfoque visual, narrativo y emocional. Es un recordatorio de que el diseño puede ser un método de investigación en sí mismo, capaz de generar nuevas formas de comprensión.

La colaboración entre diseñador, whānau, investigadores y docentes garantiza que el resultado no sea unilateral. Entre los colaboradores figuran personas expertas en salud, bienestar Māori, diseño y psicología. Esto permitió que cada ilustración fuera revisada desde múltiples sensibilidades, asegurando fidelidad a la experiencia colectiva.

La obra no busca ofrecer respuestas, sino abrir puertas. Su propósito no es solucionar la violencia familiar —eso corresponde a políticas, sistemas de apoyo y cambios estructurales— sino crear un espacio para escuchar, legitimar y reflejar. Para quienes trabajamos en brand storytelling, contenido digital y comunicación social en Barcelona, este enfoque es un recordatorio poderoso: a veces, comunicar significa simplemente acompañar.

La dimensión social: diseño para cambiar percepciones

El proyecto no solo dignifica voces individuales, sino que también desafía estigmas. La ilustración y el diseño editorial se utilizan como herramientas para humanizar problemáticas a menudo reducidas a cifras o titulares. Al presentar historias reales, contadas con cuidado y acompañadas de un lenguaje visual lleno de simbolismo, el libro invita a reflexionar sobre la complejidad del trauma intergeneracional y sobre las oportunidades de sanación.

En este sentido, el trabajo cumple una función social fundamental: genera empatía. Y la empatía sigue siendo una de las herramientas más poderosas del diseño de comunicación, especialmente en ámbitos donde la marginalización y el prejuicio son constantes.

Como pieza de comunicación visual, esta obra tiene el potencial de influir en profesionales de salud, instituciones, educadores y comunidades. No es un libro que se lee una vez; es un taonga, un objeto precioso destinado a ser compartido, releído y conservado.

Impacto: reconocimiento y legado

El proyecto recibió el Student Social Good Award – Best Design Awards 2025, un reconocimiento que destaca trabajos estudiantiles con impacto social, cultural o comunitario. El jurado elogió “la profundidad conceptual y la belleza de cada decisión gráfica”, así como la capacidad del proyecto para “honrar las historias de whānau con sensibilidad extrema”.

Este reconocimiento no solo celebra la calidad estética del trabajo, sino también su enfoque ético. Para quienes analizamos campañas digitales, proyectos editoriales y diseños con propósito desde Barcelona, este premio representa un estándar de lo que el diseño debe aspirar a ser: humanizador, transformador y profundamente conectado con las comunidades a las que sirve.

Conclusión: diseño como reflejo, acompañamiento y posibilidad

Ko te mauri he mea tahuna i te moana demuestra que el diseño gráfico puede ir mucho más allá del impacto visual: puede ser un espejo donde una comunidad se reconozca, un espacio donde el dolor se convierta en relato y el relato en fuerza. Jordan Tane, a través de ilustración, composición y narrativa, ha creado un libro que respira respeto, escucha y conexión.

Desde nuestra perspectiva como agencia de comunicación y diseño en Barcelona, este proyecto representa lo mejor del diseño con propósito: una práctica que no solo crea, sino que cuida; que no solo comunica, sino que acompaña; que no solo muestra, sino que honra.

Créditos

Proyecto: Ko te mauri he mea tahuna i te moana
Autor: Jordan Tane
Cliente / Institución vinculada: Health Research Council (HRC) – Kei roto tō tātou rongoā Research Project
Premio: Student Social Good Award – Best Design Awards 2025 (Designers Institute of New Zealand)
Colaboradores: Cassie Khoo, Huri Campbell, Tanya Allport, Alayne Mikahere-HHall, Leland Ruwhiu, Nicole Coupe, Tania Ka’ai, Rolinda Karapu, Moana Eruera, Te Wai Barbarich-Unasa
Kaiako / Lecturers: Denise Wilson, Stephen Reay
Escuela: AUT Art + Design 2025

¿Quieres empezar un proyecto?

Trabaja con nosotros

Mantente inspirado con nuestra newsletter